Tío Genio, tradición magueyera

El Tigre Mezcal
6 min readMar 9, 2022

“Mi papá trabajaba de aguas a secas” dice Tío Genio, recordando el trabajo de su familia como fabriqueros, en una época en que la escasez de maguey parecía una vacilada. Durante una de las tantas temporadas en que existió prohibición de elaboración del destilado, que finalmente cesaría luego de las políticas impulsadas en la década de los 80, su padre, Anastacio García, contó con la placa y permiso especial que había conseguido en la Ciudad de México para producir mezcal. Fue así como desde temprano, ayudando en el trabajo de todos los días, se fue arraigando el conocimiento de los procesos y del cuidado de los magueyes para tío Genio. Con orgullo continua con el legado de su padre como mediero en la chivita Patricio García. Sus terrenos no cuentan ya con agua suficiente para establecer una propia. Los medieros, magueyeros como Tío Genio, son parte de un sistema de organización económica y social que une localidades, optimiza recursos y expande saberes; el sistema de medias.

Tío Genio García, magueyero de Atempa.

La tierra de los cerros sedimentada con capas de color, por un camino que las bestias memorizan con pasos seguros, donde una todo terreno no llega y tampoco debería. Ahí en el Cerro del Tigre, un rebaño bien acicalado y maduro de magueyes silvestres esperan mansamente a su pastor, el magueyero que los recolectó en semilla, los esparció, el que cuida de su crecimiento y que, con suerte, será el mismo que los vea llegar a su madurez.

Maguey papalote creciendo en tierra colorada en el Cerro del Tigre.

Magueyes que conoce, procura y que sabe por cuales ir iniciando la temporada de secas, tan pronto se acaba de desgranar el maíz. En el cerro de terreno colorado las matitas estan acompañadas de copalcahuites. A su búsqueda va con toda su plebe; hijos y nietos que reafirman y aprenden qué maguey se encuentra listo, cual requiere ser capado en su temporada, y los que se encuentran aún tiernos para dejarlos crecer.

Tarecua de media luna

Cahuales, hachas, machetes y tarecuas acompañan a los García al amanecer a la caza de sus magueyes. Se recorre el territorio intentado ganarle al sol. Las distancias pueden ser largas, incluso a caballo o burro, además que hay que tener cuidado de que no pisoteen posibles magueyes germinados. Tío Genio les aclara a sus vástagos que no están en busca de magueyes grandes en tamaño, en algunos casos pueden ser enormes y no estar aún en su plenitud, usarlos sería contraproducente para crear un mezcal de calidad. Se buscan los de cogollo cerrado y se colectan los capaditos idealmente: “¡Puro caponcito!”. Antes, cuando se capaban, podían llegar hasta dos años concentrando sus azúcares, ahora es menos común porque se secan o les sale gusano. El capado por lo regular se hace en julio, para poder buscarlos en la temporada de secas, cerca de marzo. Como es la tradición, se aprovecha todo el maguey maduro y, aunque el papalote es el más abundante en la región, siempre se cortan también zacatoritos o zacamexcales que ya están en su punto.

Uno podría perder el tiempo intentando encontrar la cabeza precisa, pero no Tío Genio que conoce el territorio donde crece el maguey silvestre como parte de sí mismo. Una vez hallada la mata madura se le limpia el área de trabajo con el cahual y se pasa a tirarle todas las pencas lo mejor posible, para no dejar nada de lo verde, se deja la piña bien rasuradita. El papalote se corta con tarecua de media luna, los ya experimentados en su corte lo hacen ver como rebanar mantequilla. Requiere de fuerza, resistencia y maña, para optimizar la energía y cuidarse de las filosas espinas. Muchos papalotes maduros pueden crecer en promedio a un metro de altura o más, con todo su follaje, además gustan de crecer bien en lo empinado de las laderas. La encomienda del labrado a veces puede asemejarse a atacar una bestia robusta y espinosa de poco en poco a cuesta de un precipicio. Su enraizado es de una fuerza particular, no por nada dicen que son los magueyes los que sujetan a los cerros. Para el caso de los pequeños zacamexcales o zacatoritos, se usa el hacha y machete. Aunque su piña cabe a veces en la palma de la mano, este pequeño maguey es duro e ixtludo para su corte, la mayor parte de las veces da más trabajo que los papalotes, lo que compensa en azúcares.

Bajo el sol, todas las piñas, ya deshojadas, blancas y al ras, se arriman y se juntan. Como botín de un tesoro que conglomera agua, tierra y sol. No se inicia nunca el labrado del maguey sin acordar antes que ya es tiempo de hacerlo con los fabriqueros. Habrá que llevar las piñas lo antes posible al horno, de otro modo se resecan y perjudican el resultado final.

Un intermedio es merecido. A la sombra de los árboles se comparte la copita del almuerzo, para reparar y agarrar fuerzas. Ninfa, la hija mayor, se encarga de mandar comida suficiente para todos. Memelas con salsa roja. Con el apetito satisfecho se abre la conversación, se habla de la gran necesidad de recolectar semilla para hacer germinar y sembrar magueyes, se habla del futuro. Nadie se excede, la templanza la concede el trabajo y su objetivo.

Los García almuerzan su copita de mezcal

El deber de los magueyeros es también el de “regar” semilla para el porvenir. No todos los magueyes deben ser cortados. Se dejan los calehuales de algunos para poder recolectar la semilla y dejarla brotar en el mismo paraje, procurando que no haya mucha sombra y que enraíce en la tierra colorada, que les concede a los magueyes que crecen en ella un dulzor especial. Otros calehuales se tumban para ayudar a la planta a dispersarse. Las semillas son ligeras, como pequeños confetis negros, aunque parecen muchos en cantidad, las que se logran son siempre un número marginal.

Se retoma el trabajo para terminar las cabezas faltantes. Listas todas las elegidas de la temporada se acarrean en burro y caballo para arrimarlas al punto de acceso más fácil rumbo a la chivita. Se ha concretado sólo el primer paso luego de que los magueyes hicieron su parte creciendo sanos por unos 12 años. En la chivita ya se prepara el horno, con su ombligo, con la palma, leña de tepehuaje y encino, esperando la primera hornada.

El manejo del maguey silvestre ha tenido dificultades a través de los años en la región, la especulación de mercado ha creado también problemáticas de escasez e incluso discursos que estigmatizan el uso y manejo campesino de sus propios recursos. Guerrero, con su rica tradición gremial, ha sido bastión de organizaciones sociales interesadas en incidir o incluso crear desde la sociedad civil políticas públicas enfocadas en resolver necesidades locales, donde el centro es siempre la comunidad.

El sistema de medias es apenas un núcleo pequeño pero organizado, de herencia y trabajo que mantiene la tradición como un bien común.

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El Tigre Mezcal

El Tigre Agua Bendita de las Verdes Matas. Proyecto cultural que toma como axis el mezcal tradicional de Guerrero para reintegrar su valor cultural y social.